sábado, 15 de septiembre de 2012

Carta a mi hija


Quisiera estar seguro de haberte enseñado...

a disfrutar del amor
a confiar en tus fuerzas
a enfrentar tus miedos
a entusiasmarte con la vida
a pedir ayuda cuando la necesites
a permitir que te ayuden cuando sufras
a tomar tus propias decisiones
a decir o callar según tu conveniencia
a quedarte con el crédito por tus logros
a superar la adicción a ser aprobada por los demás
a no absorber las responsabilidades de todos
a ser consciente de tus sentimientos
a no perseguir el aplauso sino tu satisfacción
a dar porque quieres y no porque crees que es tu obligación
a exigir que se te pague adecuadamente por tu trabajo
que aceptas tus limitaciones sin enojo
que no impones tu criterio ni permites que te impongan el de otros
que dices que sí solo cuando quieres y dices que no sin culpa
que eres capaz de vivir en el presente
que aceptas el cambio y que revisas tus creencias
que llenas primero tu copa y solo después la de los demás
a planear tu futuro pero no a vivir en él
a valorar tu intuición
a celebrar la diferencia entre los sexos
a tratar y exigir ser tratada con respeto
a desarrollar relaciones más sanas y de apoyo mutuo donde la comprensión y
el perdón sean prioritarios
que aprendiste a aceptarte como eres
que no miras atrás para ver quien te sigue
que eres capaz de crecer aprendiendo de los desencuentros y de los fracasos
que te permites reír a carcajadas por la calle sin ninguna razón

Antes de morir, hija mía, quisiera estar seguro de haberte enseñado...

a no idolatrar a nadie
y a mí, que soy tu padre...
menos que a nadie
                                               
  Jorge Bucay
  psiquiatra y escritor argentino



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