Franklin by Joseph Duplessis
La moral del ajedrez:
( El texto ha sido ligeramente adaptado )
Escrito en 1779 por, Benjamin
Franklin (Boston, 1706 - Filadelfia, 1790) político, científico e
inventor estadounidense. Fue uno de los padres fundadores de los Estados
Unidos.
El Ajedrez es el juego
más universal y antiguo conocido entre los hombres; su origen está más allá de
la memoria de la historia, y ha sido para innumerables generaciones el
entretenimiento de todas las naciones civilizadas de Asia: los persas, los indios,
y los chinos. Europa lo ha tenido por algo más de mil años; los españoles lo
han esparcido sobre su parte de América, y recientemente empieza a hacer su
aparición en estos Estados. Es tan interesante en sí mismo, como para que no
sea necesaria la visión de una ganancia material para inducir a practicarlo; y
de allí que nunca se juegue por dinero. Aquellos, por lo tanto, que tienen ocio
para tales diversiones, no pueden encontrar una que sea más inocente; y el
siguiente texto, escrito con intención de corregir algunas pequeñas indecencias
en su práctica (entre unos pocos jóvenes amigos), muestra al mismo tiempo que
puede ser, en sus efectos sobre la mente, no meramente inocente, sino
ventajoso, tanto para el vencido como para el vencedor.
El Juego del Ajedrez no
es meramente una vaga diversión. Varias cualidades muy valiosas de la mente,
útiles en el curso de la vida, podrán ser adquiridas o reforzadas con él, hasta
llegar a ser hábitos, listos en toda ocasión.
La vida es una clase de
Ajedrez, en que tenemos a menudo puntos para ganar, y competidores o
adversarios con los que contender, y en donde hay una vasta variedad de
acontecimientos, buenos y malos, que son, en algún grado, los efectos de la
prudencia o la necesidad de ella. Jugando al ajedrez, entonces, podemos
aprender:
I. Previsión, que mira un
poco hacia el futuro, y considera las consecuencias que puede tener una acción;
lo que le ocurre continuamente al jugador, "Si muevo esta pieza, ¿cuáles
serán las ventajas de mi nueva situación? ¿Qué uso puede hacer mi adversario de
ella para molestarme? ¿Qué otros movimientos puedo hacer para sostenerla, y para
defenderme de sus ataques?"
II. Circunspección
(prudencia, juicio), que inspecciona el tablero de ajedrez entero, o la escena
de la acción, las relaciones entre las numerosas piezas y situaciones, los
peligros a los que cada una de ellas está expuesta, las distintas posibilidades
de apoyarse entre ellas, las probabilidades que el adversario pueda hacer éste
o aquél movimiento, y ataque ésta o la otra pieza; y qué diferentes medios se
pueden utilizar para evitar su golpe, o hacer tornar sus consecuencias contra
él.
III. Cuidado, no hacer
nuestros movimientos demasiado apresuradamente. Este hábito es adquirido mejor
observando estrictamente las leyes del juego, tales como:
"Si usted toca una
pieza, usted la debe mover a algún lugar; si usted la soltó, usted debe dejarla
ahí"
Y, por lo tanto, cuanto
mejor se observen estas reglas, el juego llega a ser más la imagen de la vida
humana, y especialmente de la guerra, en que, si usted se ha puesto
incautamente en una posición mala y peligrosa, no va a poder obtener permiso de
su enemigo para retirar a sus tropas, y colocarlas en un lugar más seguro, pero
debe asumir todas las consecuencias de su temeridad.
Y, por último, aprendemos por el ajedrez el hábito de no ser desalentados por las actuales malas
apariencias en el estado de nuestros asuntos, de esperar un cambio favorable, y
de perseverar en la búsqueda de recursos. El juego está tan repleto de
acontecimientos, hay tal variedad de cambios en él, su suerte está tan sujeta a
vicisitudes repentinas, y uno frecuentemente, después de la reflexión, descubre
los medios de salir de una dificultad supuestamente insuperable, y tiene el
valor de continuar la contienda hasta el final, con esperanzas de victoria por
nuestra propia habilidad o, por lo menos, de obtener un mate ahogado por la
negligencia de nuestro adversario...
Benjamin Franklin
Benjamin Franklin
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