sábado, 22 de septiembre de 2012

La moral del ajedrez

                                File:BenFranklinDuplessis.jpg
                                                                                                                    Franklin by  Joseph  Duplessis 

La moral del ajedrez:
( El texto ha sido ligeramente adaptado )

Escrito en 1779 por, Benjamin Franklin (Boston, 1706 - Filadelfia, 1790)  político, científico e inventor estadounidense. Fue uno de los padres fundadores de los Estados Unidos.

El Ajedrez es el juego más universal y antiguo conocido entre los hombres; su origen está más allá de la memoria de la historia, y ha sido para innumerables generaciones el entretenimiento de todas las naciones civilizadas de Asia: los persas, los indios, y los chinos. Europa lo ha tenido por algo más de mil años; los españoles lo han esparcido sobre su parte de América, y recientemente empieza a hacer su aparición en estos Estados. Es tan interesante en sí mismo, como para que no sea necesaria la visión de una ganancia material para inducir a practicarlo; y de allí que nunca se juegue por dinero. Aquellos, por lo tanto, que tienen ocio para tales diversiones, no pueden encontrar una que sea más inocente; y el siguiente texto, escrito con intención de corregir algunas pequeñas indecencias en su práctica (entre unos pocos jóvenes amigos), muestra al mismo tiempo que puede ser, en sus efectos sobre la mente, no meramente inocente, sino ventajoso, tanto para el vencido como para el vencedor.

El Juego del Ajedrez no es meramente una vaga diversión. Varias cualidades muy valiosas de la mente, útiles en el curso de la vida, podrán ser adquiridas o reforzadas con él, hasta llegar a ser hábitos, listos en toda ocasión.

de complicado ajedrez

La vida es una clase de Ajedrez, en que tenemos a menudo puntos para ganar, y competidores o adversarios con los que contender, y en donde hay una vasta variedad de acontecimientos, buenos y malos, que son, en algún grado, los efectos de la prudencia o la necesidad de ella. Jugando al ajedrez, entonces, podemos aprender:

I. Previsión, que mira un poco hacia el futuro, y considera las consecuencias que puede tener una acción; lo que le ocurre continuamente al jugador, "Si muevo esta pieza, ¿cuáles serán las ventajas de mi nueva situación? ¿Qué uso puede hacer mi adversario de ella para molestarme? ¿Qué otros movimientos puedo hacer para sostenerla, y para defenderme de sus ataques?"
II. Circunspección (prudencia, juicio), que inspecciona el tablero de ajedrez entero, o la escena de la acción, las relaciones entre las numerosas piezas y situaciones, los peligros a los que cada una de ellas está expuesta, las distintas posibilidades de apoyarse entre ellas, las probabilidades que el adversario pueda hacer éste o aquél movimiento, y ataque ésta o la otra pieza; y qué diferentes medios se pueden utilizar para evitar su golpe, o hacer tornar sus consecuencias contra él.
III. Cuidado, no hacer nuestros movimientos demasiado apresuradamente. Este hábito es adquirido mejor observando estrictamente las leyes del juego, tales como:
"Si usted toca una pieza, usted la debe mover a algún lugar; si usted la soltó, usted debe dejarla ahí"
Y, por lo tanto, cuanto mejor se observen estas reglas, el juego llega a ser más la imagen de la vida humana, y especialmente de la guerra, en que, si usted se ha puesto incautamente en una posición mala y peligrosa, no va a poder obtener permiso de su enemigo para retirar a sus tropas, y colocarlas en un lugar más seguro, pero debe asumir todas las consecuencias de su temeridad.
                                                                                                                                                                                                           
Y, por último, aprendemos  por el ajedrez el hábito de no ser desalentados por las actuales malas apariencias en el estado de nuestros asuntos, de esperar un cambio favorable, y de perseverar en la búsqueda de recursos. El juego está tan repleto de acontecimientos, hay tal variedad de cambios en él, su suerte está tan sujeta a vicisitudes repentinas, y uno frecuentemente, después de la reflexión, descubre los medios de salir de una dificultad supuestamente insuperable, y tiene el valor de continuar la contienda hasta el final, con esperanzas de victoria por nuestra propia habilidad o, por lo menos, de obtener un mate ahogado por la negligencia de nuestro adversario...

Benjamin Franklin
                                                           

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