sábado, 16 de febrero de 2013

Y en medio de todos...tú


Un ejército de luces, ruido que inunda el sitio. Risas, conversas y gritos, y, entre todo el vendaval, tú… sola tú. Sentada al borde, oyes, pero no escuchas; ves, pero no miras. Estás sola entre semejante concurrencia. Rondas de halagos, series pesarosas de invitaciones y manos tendidas; todas sin rostro. Pero sólo manejas el disimulo como instrumento de evasión, como arma sin carga para ignorar que no muy lejos hay alguien con la mirada clavada en tus ojos, en tus movimientos; que hay alguien que desde hace horas ya sabes cómo ríes, cómo reaccionas ante las sorpresas; que hay alguien que sabe cómo es que te sientes sola, sin la calidez perfecta donde depositar tu brillos, tu voz, tus deslices. Pasan los minutos y de vez en cuando se abren espacios entre tu soledad y mi maravillada noche. Sigue el reloj sentenciando menos tiempo de vida, y tú sigues derramando tus momentos entre presencias vacías, entre la rapiña que intenta enceguecerte y robarte lo que de lejos parece ser un tesoro. Tu mirada sigue perdida, sigue buscando un punto en la multitud donde posarse, y, en un momento terrible para mi tranquilidad y mi paisaje, me miraste.

LeonardoR

domingo, 10 de febrero de 2013

El peso del mundo

                                                                                                                          Jack Vettriano

No puedo leer un solo libro.
Una sola página.
Un solo párrafo.
Ni una línea.
No puedo escribir,
ni coger el teléfono,
ni encender un cigarrillo,
ni extender las piernas,
ni levantarme
siquiera
de esta silla.
Si me buscara
el pulso
estoy seguro
de que no me lo encontraría.
Realmente no sé
lo que me pasa.
No es asco.
No es hastío.
No es abulia.
No es cansancio.
No es indiferencia.
Son todas esas cosas
y no es ninguna.
Es como si el mundo
se me hubiera
parado
encima.

Roger Wolfe



sábado, 9 de febrero de 2013

kōan


 kōan es en la tradición zen un problema que el maestro plantea al novicio para comprobar sus progresos. Muchas veces el kōan parece un problema absurdo, ilógico o banal. Para resolverlo el novicio debe desligarse del pensamiento racional y aumentar su nivel de conciencia para intuir lo que en realidad le está preguntando el maestro, que trasciende al sentido literal de las palabras. Uno famoso es ¿cuál es el sonido de una sola mano que aplaude? o ¿cuál era tu rostro original antes de nacer? El practicante investigará este tipo de pregunta con una concentración total hasta que su razonamiento conceptual quede erradicado, y así pueda surgir un despertar...

El maestro no está buscando que el discípulo sepa la respuesta correcta, sino evidencias acerca de sus progresos en la filosofía zen y la aplicación en su vida diaria. Por lo tanto los kōan nunca se resuelven siguiendo la lógica del enunciado o tras un análisis racional del problema. De hecho mientras el alumno tenga su pensamiento entretenido y prisionero del discurso racional, no podrá encontrar la solución.

martes, 5 de febrero de 2013

Ender



“No hay más maestro que el enemigo (...) Sólo el enemigo te enseña tus puntos débiles. Sólo el enemigo te enseña tus puntos fuertes. Y las únicas reglas del juego son qué puedes hacerle y qué puedes impedir que te haga.
A partir de ahora soy tu enemigo. A partir de ahora soy tu maestro."

El juego de Ender