domingo, 27 de enero de 2013

Sólo imagina

                                                                                                                                                                                          Claudia Rogge

Imagina que no existe la memoria, la experiencia, el aprendizaje. Imagina que las vivencias, los consejos y la prevención no existiesen. Imagina que nuestro motor fuesen siempre los impulsos alocados, apasionados, auténticos; sería una verdadera locura. Tal vez, el promedio de vida no llegaría a diez años. Pudiésemos ver cómo, en medio de la anarquía de los argumentos superficiales, vagaríamos como burbujas desde el fondo, esclavos empeñados de nuestra naturaleza impulsiva, temeraria. Serían chispazos inevitables, inmunes a las sentencias moralistas de quienes han vivido algo antes, por no existir, claro. Serían gotas incontenibles de pasión, mortales por su desenfreno. Sería un espectáculo de luces tan efímeras como llenas de maravilla, de atracción letal; proyectiles en búsqueda de la máxima velocidad, de la máxima experimentación posible. Sería correr con los ojos cerrados, ignorantes de los obstáculos hasta que fuese tarde. Pero no; no somos así, por el bien del tiempo por permanecer asidos cobardemente a esta existencia. No experimentaremos nunca esas velocidades, esas carreras sonreídas a ciegas. Tendremos que conformarnos con el obsequio de muchos años adicionales, a cambio de un pobre promedio de luz que nos alcance más horas, independientemente de que temamos a la oscuridad. No tenemos la luz como motor, tenemos el miedo como freno constante de nuestro andar. Vivimos la vida de un modo en el que creamos la ilusión de más luz, fingiendo momentos de explosión a favor, sólo mediante el truco de bajar los párpados a la mitad.

 LeonardoR

martes, 15 de enero de 2013

Esperanza by Raymond Carver


Me dejó el auto y doscientos dólares.
Dijo: ‘‘hasta luego, querido.
Tomate las cosas con tranquilidad ¿me entiendes?
Esto es todo. Absolutamente todo.
Esto es lo que queda
después de veinte años de matrimonio.
Ella cree adivinar lo que sucederá.
Piensa que me voy a gastar la plata
en dos o tres días
y que tarde o temprano
voy a destruir el auto - que ya era mío
y que además necesitaba varios arreglos -.
Al momento de alejarme
Los vi, a ella y a su novio,
estaban cambiando la cerradura de la puerta.
Saludaron con el brazo en alto. 
Los saludé de la misma manera.
Sólo para que supieran
que no había malos sentimientos de mi parte.
Apreté el acelerador y me alejé rápidamente.
Estaba como atolondrado.
Ella, por lo menos, tenía razón en eso.
Seguí el camino de la ruina.
El alcohol fue mi compañero fiel.
Resultamos buenos amigos.
No me detuve.
Recorrí el largo camino sin escalas.
Pude, al fin, dejar en el pasado
A mi amiga, la botella.
Meses, quizás años más tarde,
cuando aparecí frente a la puerta                                                      
de esa casa
manejando un auto diferente,
sobrio, vistiendo camisa y pantalones 
limpios y las botas bien lustradas,
ella lloró al ver mi cara.
Su última esperanza estalló en el aire.
Y ya no tendría más esperanzas.

Raymond  Carver

viernes, 4 de enero de 2013

Ignatius Reilly


"Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer...."

 Ignatius J. Reilly es el personaje principal de la obra del escritor norteamericano John Kennedy Toole, La conjura de los necios.



miércoles, 2 de enero de 2013

Citas



A veces pienso que las charlas sin importancia, en lugares sin importancia, 
fueron los momentos más importantes de mi vida.
(El mismo amor, la misma lluvia)