domingo, 15 de diciembre de 2013

“Cuando me amé”

Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre... Autoestima.

Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es... Autenticidad.

Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama...Madurez.

Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es... Respeto.

Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama... Amor hacia uno mismo.

Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es... Simplicidad.

Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la... Humildad.
Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama... Plenitud.

Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es... Saber vivir!

No debemos tener miedo de cuestionarnos... Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas.

Charles Chaplin


miércoles, 11 de diciembre de 2013

Labios libres

                                                                     
                                                                                                 Iain Faulkner

Al cabo de las tierras y los días
de horarios y partidas y llegadas
y aeropuertos comidos por la niebla
enfermo de países y kilómetros
y rápidos hoteles compartidos.

Luego de esperas
prisas
y rostros y paisajes diferentes
y seres encandilados por el olvido
o abiertamente besados por la vida.

Después de aquella amada
y esa otra apenas entrevista
mujeres cogidas por mi soledad
y ahogadas por las bellas catástrofes.

Luego de la violencia y el deseo
de comenzarlo todo nuevamente
y los errores
y los malentendidos cotidianos
y los hábitos torrenciales del trópico
y noches acariciadas por el alcohol
y tabaco fumado con tanta incertidumbre.

Al cabo de un nombre que no me atrevo a decir
y de alguien que yo llamaba Irene
de cierta voz
cierta manera de clavar los ojos
al cabo de mi fe en el entendimiento de los hombres
y en el corazón de ciudades y pueblos
que nunca sabrán de mí.

Luego de tanta tentativa de huirme o enfrentarme
y comprender que estoy solo
pero no estoy solo
al cabo de amores corroídos
y límites violados
y de la certidumbre de que toda la vida
no es más que los escombros
de otra que debió haber sido.

Al cabo del hachazo irreparable del tiempo
sólo puedo blandir estas palabras
esta obstinación de años y distancias
que se llama poesía.


Mario Trejo


sábado, 19 de octubre de 2013

Combat Zone



Las aceras están llenas de hombres de todas las formas y colores deseosos de aprovechar la fantasía sexual que brota de los clubes de striptease con tanta facilidad como el licor y la cerveza en el interior...

Y luego están las chicas...

Puede distinguirse claramente los diferentes patrones de vida de las mujeres en la zona de combate...

En el fondo de este pantano sexual están los perdedores, los que pasar el rato en la calle, a menudo solos pero no subestimar su poder. Ellos pueden ser los más peligrosos, sobre todo porque no tienen nada que perder...









Photographer Jerry Berndt

El fotografo Jerry Berndt hizo fotos memorables de los "desposeidos" en 1968 en la Boston Combat Zone. 


                                         

domingo, 13 de octubre de 2013

Ajedrez



En su grave rincón, los jugadores 
rigen las lentas piezas. El tablero 
los demora hasta el alba en su severo 
ámbito en que se odian dos colores. 

Adentro irradian mágicos rigores 
las formas: torre homérica, ligero 
caballo, armada reina, rey postrero, 
oblicuo alfil y peones agresores. 

Cuando los jugadores se hayan ido, 
cuando el tiempo los haya consumido, 
ciertamente no habrá cesado el rito. 

En el Oriente se encendió esta guerra 
cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra. 
Como el otro, este juego es infinito. 

II 

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada 
reina, torre directa y peón ladino 
sobre lo negro y blanco del camino 
buscan y libran su batalla armada. 

No saben que la mano señalada 
del jugador gobierna su destino, 
no saben que un rigor adamantino 
sujeta su albedrío y su jornada. 

También el jugador es prisionero 
(la sentencia es de Omar) de otro tablero 
de negras noches y de blancos días. 

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. 
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza 
de polvo y tiempo y sueño y agonía?

Jorge Luis Borges

miércoles, 9 de octubre de 2013

Quieres que un físico hable en tu funeral?


Quieres que un físico hable en tu funeral. Quieres que el físico le hable a tu doliente familia de la conservación de la energía, de modo que entiendan que tu energía no ha muerto. Quieres que el físico le recuerde a tu desconsolada madre sobre la primera ley de la termodinámica, que dice que ninguna energía se crea en el universo, y ninguna se destruye. Quieres que tu madre sepa que toda tu energía, cada vibración, cada BTU de calor, cada onda de cada partícula que formaba a su amado hijo, permanece con ella en este mundo. Quieres que el físico le diga a tu sufriente padre que a las energías del cosmos diste todo lo bueno que tenías.

Y esperas que en un momento el físico baje del púlpito y camine hacia tu abatida esposa en su silla, y le diga que todos los fotones que alguna vez rebotaron en tu cara, todas las partículas cuyos caminos fueron interrumpidos por tu sonrisa, por el roce de tu cabello, cientos de miles de millones de partículas, se han desparramado corriendo como niños, sus caminos cambiados para siempre por ti. Y mientras la viuda se mece en los brazos de tu amorosa familia, quiera el físico hacerle saber que todos los fotones que rebotaron en ti y luego se reunieron en esos detectores de partículas que son sus ojos, que esos fotones crearon dentro de ella constelaciones de neuronas cargadas electromagnéticamente cuya energía durará para siempre.

Y el físico le recordará a la congregación cuánta de toda nuestra energía se emite en forma de calor. Podría haber algunos abanicándose con sus programas mientras lo dice. Y él les dirá que el calor que fluyó a través de ti en vida sigue aquí, sigue siendo parte de todo lo que somos, incluso mientras lloramos y continuamos con el calor de nuestras propias vidas.

Y quieres que el físico le explique a aquéllos que te amaron que no necesitan tener fe y, de hecho, no deben tener fe. Que les haga saber que pueden medir, que los científicos han medido con precisión la conservación de la energía y la encontraron exacta, verificable y consistente a través del espacio y del tiempo. Y puedes esperar que tu familia examine las pruebas y se asegure de que la ciencia es sólida y que sean consolados al saber que tu energía todavía está alrededor. De acuerdo con la ley de la conservación de la energía, ni un poco de ti se ha ido, sólo estás menos ordenado.

Aaron Freeman


lunes, 16 de septiembre de 2013

El gato de Cheshire


El Gato, cuando vio a Alicia, se limitó a sonreír. Parecía tener buen carácter, pero también tenía unas uñas muy largas Y muchísimos dientes, de modo que sería mejor tratarlo con respeto.       
- Minino de Cheshire -empezó Alicia tímidamente, pues no estaba del todo segura de si le gustaría este tratamiento: pero el Gato no hizo más que ensanchar su sonrisa, por lo que Alicia decidió que sí le gustaba-. Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí? 
        - Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar - dijo el Gato. 
           - No me importa mucho el sitio... - dijo Alicia. 
 - Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes - dijo el Gato. 
             - ... siempre que llegue a alguna parte - añadió Alicia como explicación. 
             - ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte - aseguró el Gato- , si caminas lo suficiente! 
            A Alicia le pareció que esto no tenía vuelta de hoja, y decidió hacer otra pregunta: 
¿Qué clase de gente vive por aquí? 
            - En esta dirección - dijo el Gato, haciendo un gesto con la pata derecha- vive un Sombrerero. Y en esta dirección - e hizo un gesto con la otra pata- vive una Liebre de Marzo. Visita al que quieras: los dos están locos. 
          - Pero es que a mí no me gusta tratar a gente loca - protestó Alicia. 
          - Oh, eso no lo puedes evitar - repuso el Gato- . Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca. 
         - ¿Cómo sabes que yo estoy loca? - preguntó Alicia. 
         - Tienes que estarlo afirmó el Gato- , o no habrías venido aquí. 
Alicia pensó que esto no demostraba nada. Sin embargo, continuó con sus preguntas: 
        - ¿Y cómo sabes que tú estás loco? 
        - Para empezar -repuso el Gato- , los perros no están locos. ¿De acuerdo? 
        - Supongo que sí - concedió Alicia. 
        - Muy bien. Pues en tal caso - siguió su razonamiento el Gato- , ya sabes que los perros gruñen cuando están enfadados, y mueven la cola cuando están contentos. Pues bien, yo gruño cuando estoy contento, y muevo la cola cuando estoy enfadado. Por lo tanto, estoy loco. 
       - A eso yo le llamo ronronear, no gruñir - dijo Alicia. 
       - Llámalo como quieras - dijo el Gato- . ¿Vas a jugar hoy al croquet con la Reina? 
       - Me gustaría mucho - dijo Alicia- , pero por ahora no me han invitado. 
       - Allí nos volveremos a ver - aseguró el Gato, y se desvaneció. 
      A Alicia esto no la sorprendió demasiado, tan acostumbrada estaba ya a que sucedieran cosas raras. Estaba todavía mirando hacia el lugar donde el Gato había estado, cuando éste reapareció de golpe. 
      - A propósito, ¿qué ha pasado con el bebé? - preguntó- . Me olvidaba de preguntarlo. 
      - Se convirtió en un cerdito - contestó Alicia sin inmutarse, como si el Gato hubiera vuelto de la forma más natural del mundo. 
     - Ya sabía que acabaría así - dijo el Gato, y desapareció de nuevo. 
    Alicia esperó un ratito, con la idea de que quizás aparecería una vez más, pero no fue así, y, pasados uno o dos minutos, la niña se puso en marcha hacia la dirección en que le había dicho que vivía la Liebre de Marzo. 
     - Sombrereros ya he visto algunos - se dijo para sí- . La Liebre de Marzo será mucho más interesante. Y además, como estamos en mayo, quizá ya no esté loca... o al menos quizá no esté tan loca como en marzo. 
      Mientras decía estas palabras, miró hacia arriba, y allí estaba el Gato una vez más, sentado en la rama de un árbol. 
- ¿Dijiste cerdito o cardito? - preguntó el Gato. 
- Dije cerdito -contestó Alicia-. ¡Y a ver si dejas de andar apareciendo y desapareciendo tan de golpe! ¡Me da mareo! 
- De acuerdo - dijo el Gato. 
-  ¡Vaya! - se dijo Alicia -. He visto muchísimas veces un gato sin sonrisa, ¡pero una sonrisa sin gato! ¡Es la cosa más rara que he visto en toda mi vida! 

       Alicia en el País de las Maravillas. Lewis Carroll




En diferentes momentos de su aventura Alicia se encuentra con un extraño gato que tiene la capacidad de aparecer y desaparecer a voluntad, entreteniendo a Alicia mediante conversaciones paradójicas de tintes filosóficos, para dar rebuscados consejos a la desorientada niña. 

Este diálogo ha servido de metáfora en numerosas ocasiones para señalar lo difícil que es decidir sobre la vida sin establecer con certeza el destino al que se desea llegar.



Ilustración de Kaori Ogawa

martes, 27 de agosto de 2013

Es fácil…

                                                                     Iain Faulkner

Es fácil filosofar sobre la vida de alguien 
A menudo nos sentimos desconectados de la vida de otros. 
Vemos personas que parecen tener tanta suerte y éxito en el sentido material que nos preguntamos cómo pueden sentirse infelices o quejarse de sus vidas. No nos damos cuenta que el sufrimiento y la infelicidad son aspectos de la mente común a todos los seres y que todos nuestros juicios son sólo una manifestación de nuestra propios celos, miedos e inseguridades. Siempre es tan fácil decirle a otros que simplemente “dejen ir” alguna crisis emocional explicando cuidadosamente y tal vez de forma un poco paternalista, exactamente lo que haríamos en su situación. Sin un sentimiento de conexión siempre nos encontraremos juzgando y comentando la vida de otros sin entender de verdad las dificultades que enfrentan.  

Michael Kewley